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El Nuevo Alerta Mundial: Las Metalocarbapenemasas (MBLs)

Las Metalocarbapenemasas (MBLs); las enzimas de la familia de las carbapenemasas e hidrolizan todos los β-lactámicos excepto monobactámicos y son inhibidas por quelantes de iones metálicos tales como EDTA; ácido dipicolínico, pertenecen al grupo B de Ambler y 3a y 3b en la clasificación de Bush.

Los genes de las MBLs pueden ser transportados en cassettes dentro de integrones; transposones, plásmidos, elementos denominados regiones comunes (CRs) que pueden o no ser transferibles; o estar insertos en el cromosoma, lo que le confiere a ciertas especies bacterianas, resistencia intrínseca a los carbapenémicos.
Históricamente los carbapenemicos han sido la principal terapéutica frente a las infecciones graves por microorganismos gramnegativos multirresistentes; la aparición e incremento de las carbapenemasas ha puesto en peligro la efectividad de esta familia de antibióticos

¿Cómo se clasifican las MBLs?

La mayoría de estas enzimas son del tipo Verona integron-encoded metallo-betalactamase (VIM), IMP y más recientemente del tipo New Delhi metallo-beta-lactamase-1 (NDM-1). Todas ellas hidrolizan todos los antibióticos betalactámicos excepto aztreonam. Sin embargo muchas de las bacterias portadoras poseen además mecanismos de resistencia complementarios que las hacen también resistentes a éste antibiótico. A menudo se identifican en estas bacterias betalactamasas de espectro extendido (BLEE) que si son capaces de hidrolizar el aztreonam. Se caracterizan por su resistencia a los inhibidores de betalactamasas comerciales, y su susceptibilidad a los agentes quelantes como el EDTA; debido a la estructura metálica de su centro activo.

Historia de las MBLs

Los primeros reportes de carbapenemasas se dieron en la década de 1980 y luego ocurrió su rápida diseminación por todo el planeta.
Las carbapenemasas de tipo IMP fueron identificadas por primera vez en una cepa de P. aeruginosa, recogida en Japón en 1988. Su nombre hace referencia a la resistencia a imipinem, antibiótico carbapenémico, que presentaba dicha cepa. El gen que codificaba la enzima, blaIMP, estaba localizado en un plásmido por lo que su transmisión entre cepas de P. aeruginosa fue muy rápida. Por otro lado, las enzimas de tipo VIM fueron aisladas en Francia en 1996 y en Verona, Italia, en 1997, en cepas de P. aeruginosa. Actualmente las cepas productoras de enzimas de tipo VIM e IMP son endémicas de Grecia, Taiwan y Japón, aunque también se han notificado brotes esporádicos así como casos aislados en otras partes del mundo.
Una alarma epidemiológica provocó, en el año 2008 el aislamiento de una nueva metalobetalactamasa que le nombraron NDM-1 debido a que se aisló en Suecia e Inglaterra en pacientes provenientes de la India y Pakistán.
Posteriormente se reportaron aislamiento de NDM-1 en Japón, Australia, Canadá y los Estados Unidos de América. El 17 de noviembre de 2011 fue aislada por primera vez en Latinoamérica, en una cepa de Klebsiella pneumoniae la NDM-1, el reporte ocurrió en Guatemala; por tal motivo la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta para la vigilancia y detección de estas cepas que aumentan la morbilidad y la mortalidad por infecciones asociadas a los cuidados sanitarios.

¿Qué impacto mundial tienen estas bacterias?

La preocupación actual es que los genes que codifican estas enzimas se encuentran incluidos en plásmidos conjugativos que le confieren a las bacterias; un gran potencial de diseminación a otros patógenos nosocomiales. El uso desmedido de carbapenémicos es un factor importante en la generación y selección de organismos productores de carbapenemasas, su uso adecuado prolongaría su utilización futura; en un momento en que no está previsto ningún nuevo antimicrobiano frente a gramnegativos.

¿Qué hacer ante esta situación?

El uso excesivo de los carbapenemicos es uno de los principales factores que promueven la aparición de las MBLs, por tanto el uso adecuado de los mismos sería una medida apropiada para preservar esta potente familia de antibióticos.
La propagación mundial de estas enzimas, su prevalencia en ascenso y su repercusión sobre los resultados terapéuticos obligan a los países a crear sistemas de detección y vigilancia de las mismas, sobre todo en el ámbito intrahospitalario, a nivel de todo el material que se emplea en él.
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